Oración inicial
Señor mío, Jesucristo, creo firmemente que estás aquí; en estos pocos minutos de oración que empiezo ahora quiero pedirte y agradecerte. Pedirte la gracia de darme más cuenta de que Tú vives, me escuchas y me amas; tanto, que has querido morir libremente por mí en la cruz y renovar cada día en la Misa ese sacrificio. Y agradecerte con obras lo mucho que me amas: ¡Tuyo soy, para ti nací ! ¿qué quieres, Señor, de mí?
Día 28
Apostolado. ¿Cuántos amigos has acercado a Dios este mes? ¿Y este año? ¿Y el año pasado? ¿Y en toda tu vida?
Mucha gente se piensa que ayudar a otras personas a ser mejores cristianos es tarea de sacerdotes y religiosos. ¡Nada más falso! Antes de subir a los cielos, Jesús dijo que debíamos ser testigos suyos hasta los últimos confines de la tierra. Ser testigos suyos significa hablar de Dios a nuestros amigos, invitarles a ir a Misa para recibir al Señor, preocuparnos y ocuparnos de su salud espiritual, animarles a ser mejores cristianos en cosas concretas, ayudarles a confesarse con frecuencia, rezar algo con ellos, y un larguísimo etcétera.