Del Árbol

Una vez caminaba con mi maestro por un campo cerca de Cabo Frío. Él decía: «¡mira allí una planta de piña!». Y más adelante: «¡observa, una orquídea!».

Mis ojos no estaban acostumbrados al milagro de las cosas pequeñas. Todo lo que veía delante de mí era una confusión de plantas verdes, y nada más. Poco a poco, andando con él, aprendí a educar la vista y buscar la planta que quería.

Lo mismo pasa con las Señales de Dios, la manera como Él nos ayuda a dirigir nuestras vidas. Solo un ojo entrenado consigue verlos. Hoy, a pesar que cometa errores, estoy mas acostumbrado a distinguir en el escenario delante de mí la caligrafía de Dios. Así como la belleza de la orquídea se destaca para quien sabe que existen orquídeas, las Señales se muestran para quienes tienen el coraje de descifrarlas.

William Blake decía: «El tonto no ve el mismo árbol que el sabio ve». Me costó entender esto, pero acabé aprendiendo.

Del libro «Maktub», de Paulo Coelho

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