Se dice que el equilibrista más grande de todos los tiempos estaba haciendo preparativos para fijar un cable a través de las cataratas del Niágara y cruzarlas haciendo equilibrio.
Y al fin llegó el día en el que todo estaba preparado, se había convocado a una muchedumbre, tanto periodistas como curiosos estaban allí. Entre la multitud había una anciana admiradora desde su juventud de este equilibrista, estaba emocionada, ansiosa de ver aquel espectáculo. Y es que no era para menos, ella era una invitada especial.
De pronto el equilibrista se le acerca y le pregunta:
– ¿Usted cree que yo soy el mejor del mundo?
– Sí -responde ella.