Señor, ten a bien darme un alma que desconozca el aburrimiento,
que desconozca las murmuraciones, los suspiros y las lamentaciones;
y no permitas que me preocupe demasiado
en torno de ese algo que se llama yo…
Obséquiame con el sentido del humor.
Concédeme la gracia de entender las bromas,
para que pueda conocer algo de felicidad,
y sea capaz de donársela a otros.
Amén
Santo Tomás Moro