Una mujer en Bengala Occidental era objeto de gran curiosidad entre sus vecinas debido a un hábito poco usual: cada vez que entraba en una tienda, un almacén o un cine, sacaba un librito negro y anotaba algo en él. Alguien, por fin, le preguntó un día:
– «¿Lleva usted una relación de todo lo que gasta?»
– «¡Oh, no!» -replicó ella. «Sólo llevo una nota de lo que compro que puedo considerar como lujo: perfumes, y todas esas cosas.»
– «Pero ¿para qué utiliza la lista?» -le preguntó.
– «Pues, en realidad…» -contestó la mujer- «Me siento tan egoísta disfrutando de tantas comodidades y viendo que hay tantos sufrimientos en el mundo, que llevo esta lista, y siempre que quiero gastar dinero en comodidades personales, doy una pequeña caridad a alguien que no tenga hogar o que esté enfermo».
Había encontrado su propia manera de ver las miserias del mundo.
Es un buen método, ya que el dolor de una persona es también el dolor de todos.