Sé tu mismo

Un fotógrafo que deseaba complacer a todo el mundo, puso una vez el siguiente anuncio: «Como yo lo veo, 5 rupias; Como usted se ve, 5-8 rupias; Como le gustaría a usted verse, 10 rupias» La mayoría de nosotros nos metemos en toda clase de dificultades porque tratamos de engañarnos. Existe la perpetua tentación de … Leer más

El cielo no es límite

Thomas Carlyle, el ensayista inglés, meditaba: «Cuando dirijo mis ojos a las estrellas, las veo contemplarme con lástima desde la serenidad y el silencio del espacio, como ojos que brillan con lágrimas sobre la pequeñez del hombre. Miles de generaciones, todas tan ruidosas como la nuestra, han sido devoradas por el tiempo, y no queda … Leer más

No se rompió la fila

En una de las islas del Pacífico, escenario de la segunda guerra mundial, un oficial ordenó formar filas a una compañía de soldados para solicitar voluntarios para una misión de gran peligro. Les explicó el peligro que existía. Enseguida pidió que quienes estuvieran dispuestos a enfrentarlo dieran dos pasos al frente. En ese momento, un … Leer más

Pasarela

François es cantante de ópera. Caminábamos juntos por el margen del río que baña Strasburgo. Conversamos sobre la necesidad del hombre de comprenderse a sí mismo. En determinado momento, pasamos cerca de una pequeña pasarela que cruza el río, y François comentó: «Existe quien es capaz de construir puentes entre los seres humanos. Sus trabajos … Leer más

Cuaresma – Evangelio 21 mar 08

Evangelio según San Juan 18,1-40.19,1-42.

Después de haber dicho esto, Jesús fue con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón. Había en ese lugar una huerta y allá entró con ellos. Judas, el traidor, también conocía el lugar porque Jesús y sus discípulos se reunían allí con frecuencia. Entonces Judas, al frente de un destacamento de soldados y de los guardias designados por los sumos sacerdotes y los fariseos, llegó allá con faroles, antorchas y armas.

Jesús, sabiendo todo lo que le iba a suceder, se adelantó y les preguntó: «¿A quién buscan?». Le respondieron: «A Jesús, el Nazareno». El les dijo: «Soy yo». Judas, el que lo entregaba, estaba con ellos. Cuando Jesús les dijo: «Soy yo», ellos retrocedieron y cayeron en tierra. Les preguntó nuevamente: «¿A quién buscan?». Le dijeron: «A Jesús, el Nazareno».

Jesús repitió: «Ya les dije que soy yo. Si es a mí a quien buscan, dejen que estos se vayan». Así debía cumplirse la palabra que Él había dicho: «No he perdido a ninguno de los que me confiaste». Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja derecha. El servidor se llamaba Malco.

Jesús dijo a Simón Pedro: «Envaina tu espada. ¿Acaso no beberé el cáliz que me ha dado el Padre?». El destacamento de soldados, con el tribuno y los guardias judíos, se apoderaron de Jesús y lo ataron. Lo llevaron primero ante Anás, porque era suegro de Caifás, Sumo Sacerdote aquel año.

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