En un bosque muy peculiar, vivía una mariposa, que anunciaba las malas y buenas nuevas de todo lo que sucedía en ese rincón de la naturaleza.
Como toda buena mariposa, era admirada por los habitantes del bosque, que día a día la veían, para enterarse de todos los temas de interés, que con gracia, daba a conocer la mariposa.
A pesar de que en el bosque habían mucha mariposas, destacaba no por la belleza de sus alas, sino por su inteligencia, algo que muy pocas mariposas tenían. Este rasgo distintivo, no pasaba desapercibido para ningún integrante de la fauna del bosque y por eso, cada vez mas y mas eran quienes seguían a esta mariposa y así estar enterados siempre de las últimas nuevas.
Dentro de todos, una ardilla, como tantos otros habitantes del bosque, desde hace mucho tiempo la había observado y seguido, prestando especial atención a la forma elegante y sincera con la que contaba las historias del bosque. A diferencia de las otras mariposas que pululan por ahí, siempre era atenta, amable y cordial con todo aquel en el bosque que se cruzaba en su camino.