Hay un número de espectáculo que nunca falta en un circo. Y es aquel de los leones que saltan por unos aros de fuego. Los leones saltan grandes distancias para pasar por esos aros. Según los veterinarios, uno de los instintos de los animales con pelo es alejarse del fuego, porque saben que pueden quemarse con facilidad, llevándolos a la muerte en cuestión de pocos minutos. Pero entonces, ¿cómo logran que los leones salten entre las llamas de fuego? Siempre hemos pensado que era el resultado de largas horas de entrenamiento, que por medio de entrenamiento constante lograban vencer los instintos.
Pero según los entrenadores, no importa cuánto se entrene a un animal, éste nunca podrá correr hacia el fuego. Y entonces, ¿qué es lo que los impulsa a hacerlo? Es la fe que ellos ponen en su entrenador. Antes de dirigirse hacia el fuego, el animal mira los ojos de su entrenador, y puesta su fe en él, puede correr.
La fe tiene el poder de vencer hasta nuestros propios instintos. Aunque se trate de algo que nuestro instinto rechaza, si tenemos fe, tendremos la fuerza para correr hacia el fuego. Delante de nosotros nos esperan grandes tribulaciones y dificultades. También se levantarán las adversidades para impedir nuestro avance. Pero justamente, la fe tiene el poder que nos permite vencer y superar todas esas dificultades. Por eso debemos creer.