El lugar preciso

Un pastor colocó a un joven miembro de su congregación como dependiente en la tienda de un conocido.

Muy pronto el muchacho volvía a él, muy disgustado, quejándose:

– ¿Sabe usted, pastor, dónde me ha colocado? En un lugar en donde no hay un solo creyente, y donde todos se burlan de mi religión. Y no puedo trabajar ni un día más con tales personas.

– Efectivamente -le contestó el ministro- si no os sentís lo suficiente fuerte para luchar en la batalla de la fe ante ellos, es mejor que os retiréis prudentemente. Pero si pudieses lucharla, con las fuerzas del cielo, yo no conozco un lugar más a propósito para un cristiano.

Cada creyente en Cristo debe aspirar a poder ser un testigo suyo en cualquier lugar, fiado en las fuerzas del Espíritu de Dios.

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