La bendición de las cargas

Según una antigua fábula, el reloj del abuelo permaneció durante tres generaciones en el mismo lugar, marcando fielmente los minutos, las horas y los días. Tenía una enorme pesa que debía colocarse arriba cada cierto tiempo para que el reloj funcionara. «¡Pobre!», pensó un nuevo propietario, «¡tan viejo y con esta carga tan pesada!» Y le quitó la pesa juntamente con su cadena. Al instante, el reloj se paró. «¿Por qué me has quitado la pesa?», preguntó el reloj, y el hombre contestó: «Solo quería aliviar tu carga». «Por favor, colócala de nuevo; es la que me hace andar.», dijo el reloj.

Las grandes cargas y sufrimientos de la vida, son los que nos hacen andar en el camino de la responsabilidad y de la voluntad de Dios.

De la misma manera que esos relojes necesitan de las pesas para poder funcionar, el hombre necesita la aflicción.

Aquellos que eluden cargas, que no asumen responsabilidades, que le huyen a las dificultades, son como relojes sin potencia que los mueva. No «caminan». Son vidas inútiles, estériles para crear.

Si aceptamos y encaramos resueltamente los problemas y los sufrimientos de la vida, éstos fortalecerán maravillosamente nuestro carácter y nos hará más aptos para vivir y para servir.

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