Amistad, para que cuando tu alma añore un amigo, sin pensarlo busques y ese alguien corra a tu lado.
Sonrisas, para que cuando tus lágrimas escurran tras la cascada de tu mejilla en un día gris, sean las risas las que iluminen tus tristezas.
Grandes sueños, para que cuando en tu mente exista un vacío, sean aquellos bosques cubiertos de invierno los que atrapen la atención de tu pensamiento.
La fuerza de unas manos, para que cuando tus tobillos se cansen, los hombros de alguien te sirvan de fuerza al andar.
Un ramo de abrazos, para que cuando los tropiezos te dificulten el andar, sean los ánimos una esperanza que te ayuden a continuar.
Una estrella joven, para que cada vez que el sol descanse, sea esa fiel luz la que te acompañe.
Un pedacito de humildad, para que cuando los éxitos engrandezcan tu persona, sea la sabiduría el aire mágico que te haga valorar lo que otros desprecian al llegar a una nueva orilla.
Mi cariño sincero, para que cuando sientas que nadie te acompaña, recuerdes que en paisajes verdes o valles áridos mi pensamiento siempre te lleva de la mano.
Un abrazo inmenso, para que cuando necesites sentir tus fuerzas sean éstos el puerto de tus emociones.
Un par de lágrimas, para que se alberguen entre tu alma y corazón; así, si en algún segundo la soberbia daña tu andar, sea una muestra de sensibilidad ajena la que te ayude a no cometer injusticias.
Hoy quiero desearte que compartas tus alegrías con los seres que amas, para que cuando creas que caminas en la soledad, mil angelitos resguarden tu mirada.
Hoy quiero obsequiarte lo más bello que puedas recibir mientras transformas estas líneas en un espejo; donde la ternura que aquí encuentres y donde la belleza que aquí nazca, te dé la certeza de que no estás solo.