Francisco de Asís no llegó al campo de batalla porque se enfermó, y en plena enfermedad oyó que una voz del cielo le decía: «¿Por qué dedicarse a servir a los jornaleros, en vez de consagrarse a servir al Jefe Supremo de todos?»
Entonces se volvió a su ciudad, pero ya no a divertirse y parrandear, sino a meditar en serio acerca de su futuro.
Sin etiquetas para esta publicación.