Mientras haya vida

Aunque Henri Matisse tenía casi veintiocho años menos que Auguste Renoir, los dos grandes artistas eran íntimos amigos y compañeros frecuentes.

Estando Renoir confinado en su casa, en su última década de vida, Matisse lo visitaba a diario. Su amigo, casi paralizado por la artritis, continuaba pintando a pesar de la enfermedad.

Un día, al ver que el anciano pintor trabajaba en su estudio, combatiendo el torturante dolor con cada pincelada, Matisse dijo:

– ¿Por qué sigues pintando si sufres tanto, Auguste?

Renoir respondió con estas simples palabras:

– La belleza perdura, el dolor pasa.

Y así, casi hasta el día de su muerte, Renoir siguió aplicando pintura a sus telas. «Las bañistas», una de sus pinturas más famosas, quedó terminada apenas dos años antes de su fallecimiento y cuando llevaba catorce afectado por esa enfermedad discapacitante.

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