Recuerdo que una vez, mientras esperaba un autobús, una señora me preguntó cuál autobús pasaba por el centro. Le dije que el que yo esperaba le servía, que subiera al mismo que yo.
Al poco tiempo, pasó un familiar quien conduce autobús y ofreció llevarme cerca de mi casa. Entonces subí al autobús sin percatarme que la señora lo hizo también. Mucho más adelante, la señora se dio cuenta que ese autobús no le servía, y tuvo que bajar un par de kilómetros adelante.
En medio de la pena, me di cuenta que había descuidado el hecho de que aquella señora subiría al mismo autobús que yo, sin fijarse, porque yo se lo había dicho.
¿Saben? Muchas veces, aún sin darnos cuenta, somos ejemplo a seguir por otros. Sean hermanos, hijos, amigos o compañeros, no sabemos si alguien se ha fijado en nosotros como un ejemplo o un modelo. Lo que me pasó me llevó a reflexionar sobre la manera en que vivía, y si de la misma forma que aquella señora se había equivocado por mi culpa, con mi forma de actuar podría hacer que otra persona errara.
No sabemos si hay personas que nos miran e imitan. ¿Qué clase de ejemplo das a tus amigos y familiares? Trata de imitar a Jesús; así, quienes te traten de imitar, le estarán imitando a Él también, y por ende, estarás haciendo un gran bien.
Arturo Quirós Lépiz