Un joven acudió una vez a un anciano y le pidió que orara por él:
– «Me doy cuenta que estoy cayendo continuamente en la impaciencia, ¿podría orar por mí para que pueda ser más paciente?»
El anciano accedió. Se arrodillaron, y el hombre de Dios comenzó a orar:
– «Señor, mándale tribulaciones a este joven esta mañana, envíale tribulaciones en la tarde…»
El joven le interrumpió y le dijo:
– «¡No, no! ¡Tribulaciones no! ¡Paciencia!»
– «Pero la tribulación produce paciencia -contestó el anciano-. Si quieres tener paciencia, tienes que tener tribulación»
aunque no nos guste las cosas son asi, pedimos paciencia y la queremos pero ya!!! XD