Buscar y encontrar, amar y ser correspondido en el amor, es el deseo mas hondo del corazón humano. Quien ha experimentado este regalo sabe de su fuerza dinamizadora, de su poder transformante, de su capacidad de generar entusiasmo, de generar vida.
Dios me ama, no deja de decirlo, mostrado de mil maneras. ¿Qué me impide salir de prisa a donde Él está?. Me llama y quiere encontrarme.
«Buscaré al amado de mi corazón»
La virgen es aquella que busca con todas sus fuerzas alcanzar a aquel Dios al cual se ha consagrado. Ella es guiada por
un amor tan grande que nada puede impedir la comunión con el Amado.
Lectura del Cantar de los Cantares 4, 1-4a; 8, 6-7
Dice la esposa: En mi cama, por la noche, buscaba al amor de mi alma: lo busqué y no lo encontré. Me levanté y recorrí la ciudad por las calles y las plazas, buscando al amor de mi alma; lo busqué y no lo encontré. Me han encontrado los guardias que rondan por la ciudad. ¿Viste al amor de mi alma? Pero apenas los pasé, encontré al amor de mi alma.
Grábame como un sello en tu brazo, como un sello en tu corazón, porque es fuerte el amor como la muerte, es cruel la pasión como el abismo; es centella de fuego, llamarada divina; las aguas torrenciales no podrán apagar el amor ni anegarlo los ríos. Si alguien quisiera comprar el amor con todas las riquezas de su casa, se haría despreciable.
Esta es palabra de Dios.
El amor mas puro, el amor mas grande, el amor de Dios, Él siempre nos ama de forma incondicional a pesar de nosotros mismos, a pesar de lo que somos y hacemos. Depende de nosotros, merecernos y ganarnos ese amor.