Temor globalizado

Desde hace unos años los medios políticos e informativos se han confabulado para meter miedo al ciudadano de a pie: desde las vacas locas a la gripe aviar pasando por el virus Ébola, se han sucedido innumerables profecías catastrofistas que anudaban un futuro siniestro para el hombre. Los «sin esperanza» nos quieren contagiar su pesimismo … Leer más

El profesor y la paloma

Antes de graduarme me invitaron a unas clases sobre la libertad. Al final de un pasillo largo y estrecho había dos aulas; en una enseñaba un profesor de retórica, en la otra, un cuidador de palomas. El profesor exhibía una dialéctica sorprendente, alertando ante los peligros, para nosotros recién graduados, del libertinaje. Sus lecciones oprimieron … Leer más

La debilidad de los enemigos

Una vez le preguntaron a Lenin qué había sido lo que más le ayudó a triunfar en Rusia. Su respuesta fue: «La debilidad de nuestros enemigos». Luego continuó: «Si hubiese habido un grupo de tan sólo unos cuantos miles de hombres que supieran lo que realmente querían, nunca habríamos logrado el poder en Rusia.»

Los males de un sordo

Un sordo asiste a un recital de Kreisler en el Carnegie, y sucede que ese sordo es un hombre muy tonto. Se sienta en medio de la platea y, por supuesto, no escucha un solo sonido. Como eso le molesta, cambia su entrada por una butaca en el primer palco. Allí, naturalmente, no le va … Leer más

¿Verdaderamente resucitó Jesucristo?

Entre uno de los rasgos característicos de la figura de Jesucristo, que contrasta tremendamente con su condición divina, fue la humillación extrema que sufrió en la hora de su muerte. Una paradoja absoluta. El que ha manifestado ser el propio Hijo de Dios, aquel que reunía a las multitudes y arrastraba tras sí a los discípulos, muere solo, abandonado e incluso negado y traicionado por los suyos.

También este rasgo es único: es el único Dios humillado de la historia. Además, va a la muerte como al núcleo principal de su misión. Y el Evangelio ve en la cruz el lugar en que resplandece la gloria del amor divino.

Los evangelios narran, por otra parte, las dificultades que experimentó, incluso con sus propios discípulos, para lograr que sus contemporáneos aceptaran la idea de un mesianismo espiritual cuya realización pasaría, no por un triunfo político, sino por un abismo de sufrimiento, como preludio al surgir de un mundo nuevo, el de la Resurrección.

Y la descripción de la figura de Cristo en los evangelios concluye con otro rasgo singular: el testimonio de su resurrección de entre los muertos. No hay ningún otro hombre del que se haya afirmado seriamente algo semejante.

La muerte de Jesucristo y la causa de su condena, son dos hechos materialmente inscritos en la historia, y que, como después veremos, nadie ya se atreve a negar: Jesucristo fue históricamente crucificado bajo Poncio Pilato a causa de su reivindicación divina.

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