Etiqueta: Dios

  • El campesino

    En alguna parte había un campesino que tenía una inmensa extensión de terreno. Vivía de lo que éste le producía. Como tú sabes, los ciclos de la agricultura a veces dan y otras quitan. El campesino de nuestra historia tuvo muchos problemas para subsistir. Desilusionado, pensó en vender sus terrenos e irse a la ciudad.

    Un pariente que había tenido la oportunidad de trabajar en el campo petrolero le sugirió que esperara pues él tenía el presentimiento de que en esa tierra había petróleo, porque era muy similar a lo que él había conocido. Llevó a los técnicos, quienes empezaron a indagar y, para sorpresa del campesino, pocos días después habían hallado una gigantesca mina petrolera que lo hizo muy rico.

    La pregunta es: ¿El campesino se hizo rico de la noche a la mañana? O ¿el campesino ya era rico y él no lo sabía?

    Estoy seguro que respondiste «El campesino ya era rico y no lo sabía». Es cierto. Es lo mismo que te pasa a ti o me pasa a mí; somos propietarios de una enorme mina: la vida que Dios nos regaló, los dones con que nos bendijo para ser bendición.

    ¿Acaso vas a dejar semejante riqueza enterrada?

  • La limosna

    Cuenta San Francisco de Sales que en el campo, a algunas gallinas les sucede que apenas ponen los huevos llega la comadreja y se los come.

    ¿Por qué?. Porque la gallina comete la imprudencia de ponerse a cacarear y su enemiga, esa especie de ratón grande que se llama comadreja, apenas oye el cacareo se da por informada de que hay huevos puestos y se viene para devorarlos.

    Y el Santo saca esta conclusión: Así le pasa a quien anda contando, publicando y cacareando las limosnas que reparte, viene su enemigo, que es la vanidad, y le roba los premios que se iba a conseguir para el cielo, y las bendiciones de Dios.

  • Comienza por ti mismo

    No puedes esperar crear paz y armonía en el mundo mientras no hayas encontrado paz y armonía en tu interior.

    Tienes que comenzar por ti mismo. Tienes que comenzar en pequeña medida y dejar que crezca y se expanda.

    Un roble poderoso tiene sus comienzos en una pequeña semillita y, sin embargo, en esa pequeña semillita está contenido todo.

    Tú contienes la paz del mundo en tu interior, así que, ¿por qué no dejas que crezca y se expanda dentro de ti, hasta que ya no pueda ser contenido y estalle, llevando paz y armonía al mundo?

    Esta comienza en ti mismo, por eso sé plenamente consciente de la parte vitalmente importante que tienes que jugar para ayudar a llevar paz y armonía al mundo.

    Nunca cejes en tu empeño y culpes a los demás por el estado del mundo; en vez de eso, entra en acción y haz algo acerca de ello.

    Algo que solo podrás alcanzar únicamente con la ayuda de Dios.

  • El cerdo y la cerda

    Había una vez un hombre que tenía una cabaña en las montañas y un Porsche para llegar allí. Cada sábado por la mañana, el hombre conducía hasta su cabaña por un peligroso camino lleno de curvas cerradas, abismos sin vallas protectoras y engañosos virajes.

    Pero a este hombre no le interesaba el peligro. Después de todo, tenía un magnífico auto, era un excelente conductor, y conocía el camino como la palma de su mano.

    Una hermosa mañana de sábado, el hombre se dirigía a su cabaña. Al aproximarse a una de sus curvas favoritas redujo la velocidad, hizo los cambios, pisó el freno preparándose para la curva que se encontraba a una doscientas yardas. De repente, del otro lado de la curva surgió un auto casi fuera de control. El auto estuvo a punto de caer al abismo, pero en el último segundo su conductor consiguió ponerlo de nuevo en el camino. El auto avanzaba zigzagueando.

    «¡Dios mío!», pensó, «¡Va a estrellarse conmigo!» De modo que el hombre redujo la velocidad hasta casi detener su Porsche.

    El auto se abalanzó sobre él estrepitosamente. Justo cuando estaba a punto de golpearlo -en el último momento- se desvió bruscamente a su carril. Al pasar junto a él una hermosa mujer asomó su cabeza por la ventanilla y le gritó a todo pulmón: «¡¡¡Cerdo!!!».

    «¿Qué?», pensó él, «¿Cómo se atreve a llamarme así?» Él estaba exasperado por el insulto. De manera instantánea gritó: «¡¡¡Cerda!!!», mientras ella continuaba su camino.

    «¡Yo estaba en mi línea! ¡Era ella quien venía de un lado a otro!», rezongó. Luego comenzó a controlar su ira; sonrió y se sintió complacido por su pronta y aguda respuesta. «Le di su merecido», pensó muy altivo.

    Acto seguido, pisó el acelerador a fondo, tomó velocidad alrededor de esa ciega curva… ¡Y se estrelló con el cerdo!

  • Haciendo un bizcocho

    Un niñito le contaba a su abuelita que todo iba mal: la escuela, problemas con la familia, enfermedades.

    Entretanto, su abuela confeccionaba un bizcocho. Después de escucharlo, la abuelita le dice: «¿Quieres una merienda?» a lo cual el niño le contesta «¡Claro que sí!»

    «Toma, aquí tienes un poco de aceite de cocinar.»

    «¡Yuck!», dice el niño.

    «¿Qué te parecen un par de huevos crudos?»

    «ARRR, ¡abuela!»

    «¿Entonces prefieres un poco de harina de trigo, o tal vez un poco de levadura?»

    «Abuela, ¿te has vuelto loca? ¡Todo eso sabe horrible!»

    A lo que la abuela le responde:

    «Sí, todas esas cosas parecen horribles si las ves cada una aparte. Pero si las pones juntas en la forma adecuada hacen un maravilloso y delicioso bizcocho.

    Dios trabaja de la misma forma. Muchas veces nos preguntamos por qué nos permite andar caminos y afrontar situaciones tan difíciles. Pero Dios sabe que cuando Él pone esas cosas en Su orden divino ¡todo obra para bien!

    Solamente tenemos que confiar en Él y a la larga todos juntos serán algo maravilloso.»