Hoy pasé un día aburrido. No sé por qué, pero me aburrí durante parte del día. Es decir, hice lo que tenía que hacer, pero sin ganas, automáticamente, aburridamente. Estuve con no sé qué en la cabeza, y me costó prestar atención a lo que tenía que hacer.
Y eso me duró hasta que empecé a observar a una mosca. Te preguntarás qué tenía que ver la mosca. Nada. Pero a veces las cosas más insignificantes nos hacen pensar. Y a mí la mosca me hizo pensar.
Estaba sentada sobre el periódico. De ahí voló al cenicero; luego hacia la lámpara de pié que está en el rincón. De ahí a mi mano, haciéndome cosquillas. Normalmente la hubiera espantado en seguida, pero me intrigaba la mosca, y me pregunté qué estaría pensando ese animalito que no sirve para nada, sólo para molestar.
Y la dejé. De mi mano se fue a la ventana. Y ahí empezó la locura. A toda velocidad. Y dale que dale con la cabeza contra el vidrio. Luego se alejaba unos veinte centímetros y dale de nuevo, a toda fuerza a chocar contra el vidrio. Una vez, y otra vez, y otra, y otra, incansablemente, siempre el mismo movimiento. Debe haber terminado con un terrible dolor de cabeza…
Parecía que quería romper el vidrio a cabezazos. Bastante ingenuo para una mosca. Cuando se cansó volvió hacia la lámpara de pie, al armario, a la mesa, al cuadro, al techo. ¡Qué animal más indeciso! Iba a cualquier lado sin destino ni sentido.
Y me puse a pensar. Las hormigas me gustan más. Por lo menos parecen saber lo que hacen y por qué. Cómo trabajan todas en fila, llevando las cosas, ida y vuelta, y trabajar… y trabajar…
Y por ahí se me cruzó una idea peregrina por la cabeza. ¿Yo me parezco más a la mosca o a la hormiga? Lo pensé y saqué una conclusión. Yo debo ser una mezcla entre la mosca y la hormiga. A veces voy y vengo, empiezo una cosa y la dejo, empiezo otra y la dejo, hago una tercera y la dejo…
Otras veces parezco la hormiga que trabaja, en serio, pacientemente, hasta terminar lo empezado. Pero me cuesta ser fiel a mí mismo y el trabajo empezado. Y sin embargo, la persona humana tendría que ser la criatura más fiel, más perseverante del mundo, porque hemos sido hechos a imagen de Dios… y Dios es Fiel.
¿Qué soy yo, un hombre, o una mosca que no sabe a dónde va, ni por qué, ni cuándo, ni cómo?… Sigo pensando… Y te dejo pensando.