¿Sólo por cumplir?

Cada año se celebran muchas fiestas importantes, y algunas de ellas pasan desapercibidas, o sólo se participa por cumplir, sin siquiera saber lo que significa. Este miércoles se celebra una fecha muy especial. Es el principio de la Cuaresma. Hoy los católicos manifiestan su deseo de convertirse humildemente a Dios. Le expresan que son de … Leer más

Mensaje del Santo Padre para la Cuaresma 2010

«La justicia de Dios se ha manifestado por la fe en Jesucristo»

Mensaje del Santo Padre para la Cuaresma 2010

Se ha publicado hoy el Mensaje de Benedicto XVI para la Cuaresma 2010. El texto, fechado el 30 de octubre de 2009, lleva por título la siguiente afirmación de San Pablo en su Carta a los Romanos: «La justicia de Dios se ha manifestado por la fe en Jesucristo». Sigue el documento íntegro en su versión española:

Cada año, con ocasión de la Cuaresma, la Iglesia nos invita a una sincera revisión de nuestra vida a la luz de las enseñanzas evangélicas. Este año quiero proponeros algunas reflexiones sobre el vasto tema de la justicia, partiendo de la afirmación paulina: La justicia de Dios se ha manifestado por la fe en Jesucristo (cf. Rm 3,21-22).

Me detengo, en primer lugar, en el significado de la palabra «justicia», que en el lenguaje común implica «dar a cada uno lo suyo» – «dare cuique suum», según la famosa expresión de Ulpiano, un jurista romano del siglo III. Sin embargo, esta clásica definición no aclara en realidad en qué consiste «lo suyo» que hay que asegurar a cada uno. Aquello de lo que el hombre tiene más necesidad no se le puede garantizar por ley. Para gozar de una existencia en plenitud, necesita algo más íntimo que se le puede conceder sólo gratuitamente: podríamos decir que el hombre vive del amor que sólo Dios, que lo ha creado a su imagen y semejanza, puede comunicarle. Los bienes materiales ciertamente son útiles y necesarios (es más, Jesús mismo se preocupó de curar a los enfermos, de dar de comer a la multitud que lo seguía y sin duda condena la indiferencia que también hoy provoca la muerte de centenares de millones de seres humanos por falta de alimentos, de agua y de medicinas), pero la justicia «distributiva» no proporciona al ser humano todo «lo suyo» que le corresponde. Este, además del pan y más que el pan, necesita a Dios. Observa san Agustín: si «la justicia es la virtud que distribuye a cada uno lo suyo… no es justicia humana la que aparta al hombre del verdadero Dios» (De Civitate Dei, XIX, 21).

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Cuaresma – Evangelio 23 mar 08

Evangelio según San Juan 20,1-9. El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y … Leer más

Cuaresma – Evangelio 22 mar 08

Evangelio según San Mateo 28,1-10. Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a visitar el sepulcro. De pronto, se produjo un gran temblor de tierra: el Angel del Señor bajó del cielo, hizo rodar la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella. Su … Leer más

Cuaresma – Evangelio 21 mar 08

Evangelio según San Juan 18,1-40.19,1-42.

Después de haber dicho esto, Jesús fue con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón. Había en ese lugar una huerta y allá entró con ellos. Judas, el traidor, también conocía el lugar porque Jesús y sus discípulos se reunían allí con frecuencia. Entonces Judas, al frente de un destacamento de soldados y de los guardias designados por los sumos sacerdotes y los fariseos, llegó allá con faroles, antorchas y armas.

Jesús, sabiendo todo lo que le iba a suceder, se adelantó y les preguntó: «¿A quién buscan?». Le respondieron: «A Jesús, el Nazareno». El les dijo: «Soy yo». Judas, el que lo entregaba, estaba con ellos. Cuando Jesús les dijo: «Soy yo», ellos retrocedieron y cayeron en tierra. Les preguntó nuevamente: «¿A quién buscan?». Le dijeron: «A Jesús, el Nazareno».

Jesús repitió: «Ya les dije que soy yo. Si es a mí a quien buscan, dejen que estos se vayan». Así debía cumplirse la palabra que Él había dicho: «No he perdido a ninguno de los que me confiaste». Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja derecha. El servidor se llamaba Malco.

Jesús dijo a Simón Pedro: «Envaina tu espada. ¿Acaso no beberé el cáliz que me ha dado el Padre?». El destacamento de soldados, con el tribuno y los guardias judíos, se apoderaron de Jesús y lo ataron. Lo llevaron primero ante Anás, porque era suegro de Caifás, Sumo Sacerdote aquel año.

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