Por muy fantasiosa que parezca por momentos, esta historia es real. Lamentablemente me pasó a mi y me deja el mal momento y sentimiento desagradable, pero afortunadamente me pasó a mi, porque así lo puedo compartir para que nadie mas cometa los mismos errores que cometí.
Este caso fue un ejemplo claro del efecto mariposa, donde una serie de sucesos desafortunados, llevaron a lo que inevitablemente tenía que pasar. Primero y antes que nada, debo reconocer que el noventa por ciento de la culpa, fue mía y el resto, quizá a las circunstancias.
El asunto empieza con una persona que conocí virtualmente el año pasado, a través de Twitter. En el correr del tiempo, llegó un día en que me solicitó dos cotizaciones para la empresa en que trabaja. Una la rechazaron y la otra la aceptaron. En ese momento empezó a batir las alas la mariposa.
Para entrar en contexto. La empresa en cuestión, es de origen estadounidense y la oficina para la región de Centroamérica, se encuentra en El Salvador, originalmente se encontraba en Guatemala, pero como muchas otras, emigraron sobre todo para reducir costos de operación. Acá tiene varias sucursales.