¿Ya terminó el sermón?
Una señora tenía su auto estacionado en la calle, esperando a alguien a la salida de la iglesia. De pronto vio a una ancianita salir del templo; y la señora se le acercó y le preguntó: – Dígame, ¿ya terminó el sermón? – ¡Oh, no, apenas acaban de predicarlo! Ahora yo voy a vivirlo.