Nunca, en ningún momento, sientas que no tienes nada para dar.
Tienes una enorme cantidad para dar, y verás que cuanto menos piensas en ello, mejor funcionará. Cuanto más pienses y vivas por tus semejantes y te olvides de tu «yo» en el servicio, sin pensar en lo que le puedes sacar a la vida, más feliz serás.
Nunca des con una mano y saques con la otra. Cuando des algo, sea lo que sea, dalo sin condiciones, de modo que pueda ser usado con absoluta libertad. Cuando des, que tu entrega sea abundante, dada libremente y de todo corazón, y luego olvídalo.
Este principio se aplica a los regalos en todos los niveles, ya sean materiales o espirituales, tangibles o intangibles.
Siempre sé generoso con lo que des, nunca temas sufrir una carencia, porque si lo hicieras, no sería dar con sinceridad. Cuando des verdaderamente, nada te faltará.