La parábola del servicio

El que escucha de corazón la palabra del Señor la obedece, y esa obediencia lo impulsará necesariamente a un desinteresado servicio fraterno. Tanto el que sirve como el que es servido, tendrán que intercambiar sus roles, protagonizando la parábola evangélica sobre la autoridad como servicio y el servicio como autoridad.

Una vez visitó el obispo san Basilio el Grande un monasterio, en busca de un sacerdote para ordenar. Le pidió al abad que eligiera de entre la comunidad para servirle la mesa, al monje más obediente. El joven elegido realizó la tarea con toda deferencia.

Terminada la comida, san Basilio invitó a sentarse al monje y ni lerdo ni perezoso, le lavó las manos, y se puso él también a servirle la mesa. El joven sin falsas humildades, se dejó servir por el santo con naturalidad y sencillez.

Cuando concluyó todo, asombrado el obispo por la premura con que el joven monje lo sirvió, y la soltura con que se dejó servir, lo ordenó de presbítero.

¡Esta doble actitud es la que nos pide cada día Jesús a todos los cristianos!

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