Los males que no puedes remediar son infinitos.
Pero los que puedes remediar son tantos que, si en conjunto estudias el bien que has hecho en el año, por ejemplo, la labor resulta enorme para tus fuerzas y te parece un sueño haberla realizado.
También en esto un grano produce una espiga.
La capacidad de bien que hay en el alma humana es desconcertante por su grandeza.
El poder que para el bien nos fue concedido es de una enormidad que pasma.
Así vemos hombres destituidos de todo recurso, que realizan milagros de caridad, que cambian la organización de las sociedades, que sacan de quicio al mundo y lo renuevan.
Asombra pensar lo que sería nuestro planeta si todos los humanos estuviesen educados para el amor en vez de estar educados para el egoísmo y aún para el odio.
El eje moral del mundo sería, como si dijéramos, perpendicular al plano de la elíptica del Deber, y una divina primavera reinaría en las moradas de los hombres…