A veces pensamos que Dios nos dice que no puede atendernos, nos pone en espera. Eso le pasó a una mujer cananea que dijo: «Señor hijo de David ten misericordia de mí», y Jesús no le respondió. Ella siguió diciendo: «Porque tengo una hija endemoniada» y parecía que Jesús no le estaba dando importancia. ¿Por qué parece que Dios no le da importancia a lo que nos pasa? Porque Dios nos hace entrar en un proceso. No nos gustan los procesos, nos gustan más los milagros.
La fe sirve para salir del problema, y también para sobrellevarlo.
A veces, la fe Dios te la va a poner para que salgas de la deuda, para que salgas de la enfermedad, para que salgas de la dificultad. Vas a salir de eso que te estaba atormentando.
Pero cuántas veces nos ha pasado que hemos orado y el problema no salió. Porque esa es la fe para aguantar el problema, para que respires más que el problema. Por eso, si no viste la solución y alguien te dice: «Ah, ¿qué pasa que Dios no te responde y todavía estás soportando este problema por tantos años?» Le tienes que enseñar esto:
Hay fe que al momento te saca del problema, y hay fe que no te saca del problema, pero te da la fortaleza, la fuerza y la capacidad para soportar lo que sea necesario y ver la victoria tarde o temprano.
Cuando José le interpreta el sueño a Faraón, Faraón lo puso como ministro de economía de Egipto. Esa fue la fe que obró rápidamente; lo sacó de la cárcel y lo convirtió en gobernador de Egipto. Pero José también tuvo que aguantar trece años de problemas.