El «rutero» del piloto

En los siglos XV y XVI, durante la era de la gran exploración marítima, los veleros atravesaban océanos inmensos y peligrosos y navegaban frente a costas amenazadoras.

Los pilotos usaban diversas técnicas de navegación; entre ellas, un libro llamado «rutero», un diario de sucesos registrados por un viajero anterior, donde relataba los problemas en aguas previamente desconocidas y difíciles. Leyendo los detalles en un rutero, los capitanes podían evitar peligros y atravesar corrientes complicadas.

En muchos aspectos, la vida cristiana es como un viaje, y el creyente necesita ayuda para navegar por los mares peligrosos de la vida. Disponemos de esta ayuda porque Dios nos dio Su Palabra, que actúa como un «rutero espiritual». A menudo, al reflexionar sobre un pasaje significativo, recordamos la fidelidad del Señor en medio de circunstancias difíciles. Como señala el salmista, los peligros no solo se hallan en las experiencias de la vida, sino también en nuestra tendencia interior al pecado. Ante esta doble preocupación, escribió:

«Ordena mis pasos con tu palabra, y ninguna iniquidad se enseñoree de mí…» (Salmo 119:133).

Cuando reflexiones sobre las enseñanzas bíblicas, recordarás el cuidado de Dios en el pasado, reafirmarás tu experiencia de la guía del Señor en circunstancias adversas y se te advertirá de la peligrosidad del pecado. Esta es la ventaja de tener un «rutero espiritual».

Con la Palabra de Dios como mapa y Su Espíritu como brújula, estás seguro de mantener el curso correcto.

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