Grandes bribones

Una mujer escocesa miraba detenidamente a Rowland Hill, el gran predicador de antaño. Después de un rato, Hill le dijo:

– Bien, buena mujer, hace rato que usted me mira ¿Por qué?

– Estaba mirando los rasgos de su cara.

– Y bien, ¿Qué opina acerca de ellos?

– Estaba pensando en qué gran bribón hubiese sido usted si el Señor no le hubiese salvado.

La respuesta era inesperada por cierto, pero es lo que podríamos decir acerca de muchos. Veo grandes esperanzas para grandes bribones.

Deja un comentario