¡Mira hacia arriba!

Al salir del puerto, un capitán preguntó a un nuevo grumete: «¿También sabes escalar?» «Pues, claro», contestó el muchacho. Pensaba poder hacerlo porque en el jardín de su casa a menudo se había subido a los árboles. Entonces el capitán lo hizo trepar en el mástil. Debido a las olas, el barco se inclinaba de un lado a otro y el mástil se balanceaba. El grumete se atemorizó y estaba en peligro de caerse. Entonces el capitán le gritó: «¡Mira hacia arriba!» El joven le hizo caso y esto lo salvó. Como se sentía mareado, habría caído si hubiese seguido mirando las olas. Al mirar hacia arriba, el malestar desapareció.

Como creyentes, muchas veces tenemos toda clase de inconvenientes. Quizá tenemos dificultades en la familia, el trabajo o en las relaciones con otros. Tal vez nos parezcan insolubles y nos depriman al punto de hacernos perder el ánimo. ¿Te sucede esto? Mira hacia arriba y dile al Señor todo lo que te agobia.

«Busqué al Señor, y Él me respondió, y me libró de todos mis temores. Los que miraron a Él fueron iluminados; sus rostros jamás serán avergonzados. Este pobre clamó, y el Señor le oyó, y lo salvó de todas sus angustias.» (Salmo 34:4-6)

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