En una reunión misionera algunas personas estaban discutiendo sobre el texto: «Vosotros sois la sal del mundo». Una definición tras otra era dada por los circunstantes sobre el significado de la sal.
Uno decía: «La sal da un sabor agradable a las comidas».
Otro declaraba: «La sal preserva de la corrupción».
Finalmente una cristiana china exclamó: «La sal da sed».
Hubo un murmullo de aplausos en la sala, pensando cada uno: ¿He logrado despertar en alguien sed del Señor Jesucristo?
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