Una historia griega habla de un hombre que se mató a sí mismo por envidia.
Sus conciudadanos habían erigido una estatua a un ciudadano quien era un campeón celebre en los juegos atléticos. Pero este hombre era rival del atleta honrado, estaba tan envidioso que prometió que destruiría la estatua.
Cada noche se deslizó en la oscuridad y con un cincel fue cortando en la base de la estatua. Al fin triunfó. La estatua cayó… pero le cayó encima.
Él murió víctima de su propia envidia.