Mayor es quien tiene mucha edad; viejo es quien perdió la jovialidad.
La edad causa la degeneración de las células; la vejez produce el deterioro del espíritu.
Eres mayor cuando te preguntas: «¿Valió la pena?»; eres viejo cuando «sin pensar» respondes que no.
Eres mayor cuando «sueñas»; eres viejo cuando apenas logras dormir.
Eres mayor cuando todavía aprendes; eres viejo cuando ya no enseñas.
Eres mayor cuando consigues hacer ejercicios; eres viejo cuando pasas la mayor parte de tu tiempo sentado o acostado.
Eres mayor cuando el día de hoy es el primero del resto de tu vida; eres viejo cuando todos los días parecen ser el último de tu larga vida.
Eres mayor cuando tu agenda tiene proyectos y obligaciones para cumplir mañana, pasado o la semana que viene; eres viejo cuando tu agenda esta en blanco y solo vives pensando en el ayer.
El mayor lleva una vida activa llena de proyectos y plena de esperanzas. Para él, el tiempo pasa más rápido y la vejez nunca llega; para el viejo, sus horas se arrastran destruidas de todo sentido.
Las arrugas del mayor son más bonitas porque fueron marcadas por la sonrisa; las arrugas del viejo son feas porque fueron marcadas por la amargura.
El mayor trata de renovarse cada día que comienza; el viejo se detiene a pensar que ese puede ser el último de sus días y se deprime, porque mientras el mayor pone la vista en el horizonte donde sale el sol e ilumina sus esperanzas, el viejo siente que tiene cataratas que miran sombras del ayer.
El mayor lucha lo que le resta de vida; el viejo sufre lo que le falta hasta la muerte.
El mayor tiene planes; el viejo tiene nostalgias.
En definitiva, el mayor y el viejo pueden tener la misma edad en el calendario pero edades diferentes en el corazón.
Vive una larga vida como mayor, pero nunca te pongas viejo.
¡Que todos vivan una larga vida y nunca lleguen a ser «viejos», y el que está viejo… que aprenda a disfrutar como «mayor» cada minuto de su día!