Somos el templo de Dios

¿No saben acaso ustedes que son el templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? Quien destruye el templo de Dios, será destruido por Dios, porque el templo de Dios es santo y ustedes son ese templo. 1Cor 3, 16-17

Quizás una de las experiencias más fuertes que el hombre puede llegar a tener en su vida es el descubrirse habitado por Dios, el darse cuenta de que Dios vive dentro de él como en un templo.

Cuando el hombre se da cuenta de esto interiormente, es decir, lo que Karl Rahner llama: la «auto comunicación de Dios al hombre», su vida se transforma ESENCIALMENTE.

Por un lado, nuestro cuerpo adquiere el valor que Dios le ha dado, por ello la embriaguez, el tabaquismo, las trasnochadas frecuentes no tienen cabida. Por otro lado, el reconocer que el cuerpo de mis hermanos y hermanas es templo de Dios, me lleva, no sólo a respetarlos, sino incluso a cuidar de ellos de la misma forma que cuido yo mi cuerpo y mi persona. Finalmente, me lleva a darme cuenta de cuánto amor me tiene Dios que no sólo ha querido dejarme su Palabra, su Eucaristía, sino que incluso ha querido vivir en esta humilde casa. Por eso San Pablo decía: «…somos como vasos de barro que contienen un tesoro incalculable…» (cf. 2Cor 4,7).

¡Ora!, y descubrirás esta presencia amorosa en tu cuerpo, y en tu corazón.

Pbro. Ernesto María Caro

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