Las cosas comunes

Nada empaña tanto el brillo de la vida como la costumbre de aceptar ciertas cosas como comunes y corrientes, sin reparar en ellas.

Habiéndome dado cuenta de esta verdad, mis sentimientos descubren ahora milagros de belleza en objetos que antes pasaba por alto: el fresco perfume del zumo de naranja; el rojo rubí de la jalea de frutas sobre la tostada caliente; en el alba gris el alegre canto del petirrojo contra el pardo piar de los gorriones; la lluvia bajo cuya luminosa bruma gris resplandecen las hojas verdes de la hierba.

Cada día trae consigo alguna nueva experiencia cuando reconocemos cualidades de exquisitez en las cosas comunes, y no importa dónde ni como pase yo mi ancianidad, permanecerá conmigo aquel recuerdo de belleza, dando así calor a cualquier posible desolación.

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