Las dos semillas

Dos semillas estaban juntas, lado a lado, en la fértil tierra de la primavera.

La primera semilla dijo: «¡Yo quiero crecer! Quiero hundir mis raíces en la profundidad del suelo que me sostiene y hacer que mis brotes empujen y rompan la capa de tierra que me cubre… Quiero desplegar mis tiernos brotes como estandartes que anuncien la llegada de la primavera… ¡Quiero sentir el calor del sol sobre mi rostro y la bendición del rocío de la mañana sobre mis pétalos!»

Y así creció.

La segunda semilla dijo: «Tengo miedo. Si envío mis raíces a que se hundan en el suelo, no sé con qué puedo tropezar en la oscuridad. Si me abro paso a través del duro suelo puedo dañar mis delicados brotes… Si dejo que mis capullos se abran, quizá un caracol intente comérselos… Si abriera mis flores, tal vez algún chiquillo me arrancará del suelo. No, es mejor esperar hasta un momento seguro.»

Y así esperó.

Una gallina que escarbaba afanosamente la tierra en busca de comida, encontró la semilla que esperaba y sin pérdida de tiempo se la comió.

La vida esta hecha para arriesgarte, para luchar y para alcanzar tus sueños; para aprender, crecer, y triunfar en la vida. Aquellos que se niegan a arriesgarse a crecer, podrían ser devorados por la vida.

Si te arriesgas y enfrentas tus miedos y tu vulnerabilidad, tendrás la oportunidad de crecer y disfrutar de la vida; si te encierras en tu miedo y en tu «seguridad», corres el riesgo de morir antes de haber visto verdaderamente luz en tu vida.

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