Los arrecifes

Los animales marinos, a diferencia de los terrestres no pueden, por si mismos, limpiarse la piel combatiendo a los parásitos.
     
    Por ello acuden a verdaderos «centros de limpieza». En cada arrecife hay un rincón donde otros animales se encargan de esta tarea. Cada vez que un pez quiere ser limpiado se dirige a este sector y se queda muy quieto. A veces un cambio de color del pez es una clara señal de que espera un «servicio».
     
    En ocasiones, los camarones limpian las heridas de los peces comiéndose los tejidos muertos y facilitando la cicatrización. La audacia de los camarones llega a tal punto que se los ha visto introducirse en la boca de las morenas para limpiar su interior. Más allá de lo que podría creerse, la morena no tiene ninguna actitud ofensiva sobre este pequeño limpiador, quizás su docilidad se base en el hecho de que necesita de él diariamente.
     
    También algunos peces pequeños se encargan de la limpieza de ejemplares más grandes.
     
    En este tipo de relación, llamada «simbiosis», los dos individuos obtienen un beneficio. El mar está lleno de hermosas historias, esta es, tan sólo una más.

En el diseño de Dios, Él colocó tanto en los animales como en el ser humano el principio de necesidad mutua. Nos necesitamos los unos a los otros, sin embargo, el ser humano a veces demuestra su grado de orgullo al no aceptar ese principio. Nos negamos muchas veces a buscar ayuda en otro, porque creemos que si demuestro mi necesidad, entonces soy débil. La verdad es que sí somos débiles y por eso necesitamos primero de Dios y luego de alguien más. Que hoy podamos admitir en qué área de nuestra vida necesitamos la ayuda del hermano. Aprendamos de los animales.

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