Sonrisa y sonrisa

Hay una sonrisa superficial, en la que puede participar el hombre sensual; una sonrisa intelectual, más elevada y profunda; y la sonrisa más elevada y más conmovedoramente profunda que requiere «un sentido sobrenatural y un origen espiritual».

Estos tres grados de sonrisa, o niveles de sonrisa, deben ser cultivados, pero merecen el esfuerzo que todo buen cultivo requiere.

Con frecuencia un rostro sin sonrisas, aun sin intención, despierta antagonismos… un rostro que sonríe inmuniza contra el antagonismo. Tan solo una simple sonrisa.

Recordamos a aquel soldado que con la bayoneta calada, los ojos refulgentes de odio, se acercó a matar a un sacerdote misionero. El padre Walsh hizo algo inesperado: ¡sonrió! Azorado, ¡el soldado se detuvo! Había esperado resentimiento, odio, resistencia. ¡Esa sonrisa era algo nuevo para él también! Dirigió una intensa mirada al sacerdote y luego, puerilmente, comenzó él también a sonreír. Más tarde, cuando el padre Walsh regresó a su cuarto a recoger su ropa para internarse, la encontró perfectamente doblada y empacada… ¡por el soldado! ¡Todo por una sonrisa!

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