Libre

Hubo un tiempo en mi vida en que si me preguntabas: «¿Qué fue lo último que hiciste mal?», podía haberte detallado el preciso instante en que lo había hecho y cuánto tiempo estuve pagando por ello. Me apenaba por cada mínimo error que cometía y con gran desesperación intentaba no pecar más. Al comprender el perdón de Dios, fui libre del auto-análisis y la autodefensa que complicaban mi vida al máximo.

Si crees que debes ser perfecto para merecer el amor y la aceptación, entonces eres candidato a una vida desdichada, porque jamás serás perfecto mientras estés en un cuerpo terrenal.

Puedes tener un corazón perfecto, en el que tu deseo sea agradar a Dios en todas las cosas, pero tu desempeño no coincidirá con lo que anhela tu corazón hasta que llegues al Cielo. Puedes mejorar día a día, y permanecer en el camino hacia la meta del supremo llamamiento, pero siempre necesitarás a Jesús mientras estés aquí en la tierra. Nunca habrá un momento en el que no precises su perdón y limpieza.

La respuesta de Dios para nuestra imperfección es el perdón.

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