Agua Dulce

Un pequeño buque de carga navegaba cerca de las costas de América del Sur cuando la provisión de agua potable se le agotó. El capitán no conocía exactamente cuál era su posición; entonces, al percibir otro barco a lo lejos, la tripulación envió por radio un pedido de socorro en estos términos: «El agua dulce falta a bordo.» Cuál no fue su sorpresa cuando el navío interpelado respondió: «¡Sólo tienen que sacar agua!» Así lo hicieron; sacaron agua, la filtraron y bebieron tanta agua dulce como quisieron.

Su barco se encontraba cerca de la desembocadura del Amazonas, el gran río cuyas aguas se pierden en el Atlántico a más de cien kilómetros mar adentro. A pesar de las apariencias contrarias, se salvaron al creer el mensaje que se les dirigió.

Quizás, amigo lector, tengas sed de paz, de perdón, de reposo, de redención. Tal vez has buscado saciar esa sed, pero no lo has logrado; ni el trabajo, ni las distracciones, ni el bienestar material han podido apagarla. Mas a tu alcance está el río de la gracia y el amor de Dios que corre ancho, profundo e inagotable en medio de las amargas aguas de este mundo.

Sólo tienes que aprovechar lo que está a tu disposición, pero muchas veces no estás lo suficientemente decidido a dar el paso de recoger esa Agua Dulce para disfrutar de las maravillosas sorpresas que tiene para ti.

No permitas hoy que ese Amor Celestial quede allí sin uso, no dejes que sea muy tarde y ya no puedas disfrutar de tantas bendiciones guardadas esperando sólo para ti.

Deja un comentario