Un lugar en el bosque

Baal Shem Tov era un rabino muy conocido. Ya era tradición que aquellos que tuvieran un problema fueran a verlo.

Baal Shem Tov se reunía con ellos una vez por año. Y los llevaba a un secreto lugar, en medio del bosque. Cuenta la leyenda que una vez allí, Baal Shem Tov juntaba ramas y hojas y encendía un hermoso fuego, y mientras la hoguera crecía y crepitaba, decía una oración en voz baja, como si fuera para él mismo. Y dicen que la gente disfrutaba tanto compartiendo esos momentos, que sus deseos finalmente se cumplían.

Cuando murió el rabino, la gente del pueblo se dio cuenta de que no sabían cuáles eran esas palabras que siempre pronunciaba en los encuentros. Pero conocían el lugar en el bosque. Sabían cómo armar el fuego. Una vez al año, los que tenían ganas siguieron reuniéndose en el mismo lugar del bosque y prendiendo el fuego de la manera en que habían aprendido del viejo rabino. Como no conocían las palabras, cantaban alguna canción, o se miraban y hablaban de sus cosas, alrededor de la hoguera. Y sus deseos siguieron cumpliéndose.

Pasó el tiempo y aquí estamos nosotros. No sabemos cuál es el lugar en el bosque. No sabemos las palabras, no sabemos encender el fuego de esa secreta manera. Pero aquí estamos, juntos, compartiendo este momento. Tenemos este espacio, y tenemos ganas. Hagamos que se cumplan nuestros deseos.

Cuento popular judío. Versión de Laura Roldán.

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