Dejar que la vida fluya

Un amigo de Federico García Lorca, paseando un día con el poeta, advirtió que no corría el agua por un regato, en el que nunca había dejado de fluir, y se preguntó: «¿Qué le habrá pasado al agua para que deje de correr?»

«El agua duerme una hora» -respondió el poeta.

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