A veces no oro con palabras.
Tomo mi corazón en mis dos manos,
Y lo alzo hacia el Señor…
Yo sé que Él me entiende.
A veces no oro con palabras.
Mi espíritu se postra a Sus pies,
Y con Su mano sobre mi cabeza,
Nos comunicamos en dulce silencio.
A veces no oro con palabras.
Pues estoy cansada y deseo reposar,
Y mi corazón encuentra todo lo que anhela,
Reposando sobre el gentil regazo de mi Salvador.
Martha Snell-Nicholson