¡Líbrate de la momia!

¡Líbrate de la momia!, esa bruja que hay en ti, San Pablo lo llamaba «EL HOMBRE VIEJO» (Efesios 4, 21), el carcamal que cada cual lleva dentro, cenizo, resabiado, siempre quejándose: «no vale la pena», «lo he intentado muchas veces», «me gustaría pero no puedo», «el ambiente está crudo, si usted supiera», «ya me conozco».

¡No es cierto!: nunca te conoces lo bastante como para estar seguro de lo que puedes o de lo que quieres. Deja ya de renquear: «ES PRECISO NACER DE NUEVO» (Juan 3, 7). Y todos estamos por nacer, por hacer, por madurar, por convertir.

La conversión es aquel parto, doloroso y gozoso, en que la madre y el hijo son uno mismo: ¡Sácate de dentro a esa persona maravillosa que hay en ti!

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