Abstinencia de palabras e imágenes: Ver, Juzgar y ¡Actuar!

Juzgar:

La Cuaresma es tiempo propicio para la soledad, el silencio, la oración. Jesús se fue al desierto por cuarenta días, igual que Moisés y Elías. Durante su intensa actividad apostólica, siempre buscaba tiempos y lugares para apartarse y estar a solas con su Padre.

La abstinencia que la Iglesia propone no es sólo de carnes (el pollo también es carne), para engrosar el capital de quienes comercian con el pescado y los mariscos, sino el esfuerzo por abstenerse de todo pecado, y una forma de lograrlo es disciplinar el espíritu. Un modo muy concreto sería abstenerse unas horas de ver televisión, de estar pegados a Internet, de escuchar y leer tanta información, para estar a solas y pensar, leer la Biblia y comunicarse con Dios (esto es orar).

Al respecto, decía el Papa Benedicto XVI al clero de Roma: «Vivimos en una inflación de palabras, de imágenes… El tiempo de Cuaresma cobra un nuevo significado. Ciertamente, el ayuno corporal, durante algún tiempo considerado pasado de moda, hoy se presenta a todos como necesario. No es difícil comprender que debemos ayunar. A veces nos encontramos ante ciertas exageraciones debidas a un ideal de belleza equivocado. Pero, en cualquier caso, el ayuno corporal es importante, porque somos cuerpo y alma, y la disciplina del cuerpo, también la disciplina material, es importante para la vida espiritual.»

El ayuno corporal debe ser revalorado. Muchos papás ceden a los caprichos de los hijos y les cumplen todos sus gustos. Así, los perjudican gravemente, porque no les enseñan a controlar las tendencias negativas. Abstenerse de una golosina, de una paleta, de un refresco, es un aprendizaje para abstenernos de pecados, de odios, de perezas y de nuestras debilidades. Si hay quienes ayunan sólo por cuidar su figura corporal, con más razón hemos de ayunar para mantenernos en forma espiritual.

Dice el Papa: «El tiempo de Cuaresma podría ser también un tiempo de ayuno de palabras y de imágenes. Necesitamos un poco de silencio, necesitamos un espacio sin el bombardeo permanente de imágenes…, crearnos espacios de silencio y también sin imágenes, para volver a abrir nuestro corazón a la imagen verdadera y a la palabra verdadera», que es Cristo.

Monseñor Felipe Arizmendi Esquivel

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