La marea sube…

En su lecho de muerte, Catherine Booth, fundadora junto con su esposo del Ejército de Salvación, dijo tranquilamente: «La marea sube, pero no me hundo».

Lo sorprendente es que eso es lo que había afirmado toda la vida. Otras inundaciones habían convergido en torno a su alma, pero nunca se hundió. El Señor la mantuvo a flote y ella había logrado eludir el temporal.

Esa es, pues, la promesa de Dios: no que las aguas de la tribulación jamás se arremolinarán en torno al creyente, sino que éste jamás se ahogará.

J. H. Jowett

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