Durante la Segunda Guerra Mundial, Victor Frankl llegó al campo de concentración. La secreta razón por la que él no quería suicidarse era que tenía dos metas específicas: encontrarse con su familia y escribir un libro.
«El error de la gente -dice Frankl- es preguntarse: ¿Qué puedo esperar de la vida? Cuando el acierto está en preguntarse: ¿Qué está esperando la vida de mí?».