Durante la Revolución Francesa, enjuiciaron a un campesino bretón, y uno de los soldados, observando su firmeza, le dijo desdeñosamente:
– ¿Por qué crees todavía en esas cosas? Pronto habremos matado a todos los sacerdotes.
– Eso será si Dios lo permite -fue la respuesta.
– Hollaremos todas tus cruces y estatuas -insistió el soldado.
– Dios os castigará -contestó el campesino.
– Derribaremos tus campanarios y tus iglesias, y no tendrás en dónde continuar con tus prácticas supersticiosas. ¿Qué harás entonces?
A lo que el campesino respondió:
– Hay ciertas cosas que no pueden ustedes destruir.
– ¿Cuáles son esas cosas?
– No pueden destruir las estrellas; y mientras tengamos ese ABC, enseñaremos con él a nuestros hijos a deletrear el nombre de Dios