Paciencia, hermano

Un pastor apacentaba su rebaño en el campo cuando un forastero se acercó y le hizo varias preguntas sobre sus ovejas: cuánto comían, cuánto caminaban, cuánta leche daban.

A todas respondía el pastor: «¿Se refiere usted a las blancas o las negras?». Siendo la misma respuesta para ambas, le preguntó enojado el forastero:

¿Hay alguna diferencia entre las blancas y las negras o no?

Claro que sí -contestó el pastor. Las blancas son mías.

¿Y las negras? -preguntó de nuevo el forastero.

El pastor contestó:

Las negras también son mías.

Deja un comentario