Hay encuentros planificados y los hay fortuitos.
El encuentro de San Cristóbal con Jesús fue muy especial: un niño le pidió que lo llevara al otro lado del río. Cristóbal aceptó con mucho gusto y lo colocó sobre su hombro.
Al preguntarle por qué pesaba tanto, el niño le respondió: «Es que soy el Creador del mundo. Soy Jesús, que he tomado la forma de niño para que tuvieras el gusto de llevarme sobre tus hombros».
Carlos G. Vallés