No desperdiciaba ocasión que se le presentaba para gozar del placer de comer. Le gustaba engullir enormes cantidades, su estómago era más grande que el estómago de cualquiera.
Aquella noche se pasó de comer y, claro, no pudo dormir. Al día siguiente los amigos le preguntaron: «¿Cómo te fue?»
– No pude pegar el ojo -dijo el buen hombre. Comí muy bien, pero al final me dieron un té que me cayó muy mal.
El hombre teme a la libertad, por la responsabilidad asociada al uso de la misma. Y termina racionalizando justificaciones.
Huyy.. la gula….
La culpa no fue del digestivo la culpa fue de él por goloso, y por pecador su castigo fue no poder dormir.
Saludos 😉
«la culpa fue del te» jajaja nada que ver, seria nomas todo lo que se comio!!
Ultimo de paz, lo has dicho, se teme a la libertad por no asumir la responsabilidad
Alexxx, exacto 😛